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¿Qué es un huerto escolar ecológico?
El huerto escolar ecológico es un recurso educativo cada vez más conocido y utilizado por los profesionales de la educación. No se trata simplemente de un rincón del patio donde se cultivan verduras, sino que debe entenderse como un proyecto vivo en el que los alumnos son los protagonistas: son ellos quienes trabajan la tierra, afrontan y resuelven los problemas que van surgiendo, obtienen y analizan los resultados y, en definitiva, quienes cosechan los frutos de su propio esfuerzo.

Cuando decidimos realizar un huerto ecológico, y no un huerto basado en la agricultura convencional, pretendemos construir un sistema equilibrado, estable y productor de alimentos de gran calidad nutricional, donde se trabaje en base a unos valores de respeto al medio ambiente. Para ello es necesario seguir unas pautas determinadas, entre las que podríamos citar: crear y mantener la fertilidad del suelo, utilizar técnicas de cultivo adecuadas, no usar productos tóxicos ni contaminantes, controlar las plagas y enfermedades con preparados naturales y optimizar los recursos.

¿Por qué un huerto escolar ecológico?
Creemos que la simbiosis que puede establecerse entre la agricultura ecológica y la educación puede resultar muy enriquecedora. Se trata de un proyecto con gran potencial para motivar y enseñar, que ofrece interesantes posibilidades creativas y experimentales, e infinidad de recursos didácticos que pueden ser aprovechados por el profesorado de las distintas áreas y niveles. Estamos convencidos de que, con pocos recursos económicos y muchas ganas, es posible poner en marcha un proyecto de este tipo e incluso convertirlo en el eje central de una verdadera educación ambiental en la escuela.

¿Cómo ponerlo en marcha?
Es tan sencillo como ponerse en contacto con nosotros. La Asociación Sembra en Saó ayuda a los centros interesados a superar las trabas iniciales que suelen surgir a la hora de poner en marcha un proyecto de este tipo, como son el desconocimiento de la filosofía de la agricultura ecológica y de su importancia como recurso para la educación ambiental, la falta de personal especialista en agricultura ecológica para asesorar y apoyar técnicamente, la carencia de material didáctico de apoyo, el tiempo limitado, la falta de espacio físico o de presupuesto, etc. Una vez superados estos aspectos, el trabajo de Sembra en Saó se centra en la planificación de actividades en torno al huerto y su desarrollo a lo largo del curso.

¿Qué necesitamos?
Espacio: lo más adecuado sería disponer de un espacio dentro del propio recinto escolar, en el mismo patio de recreo o en algún otro espacio del que disponga la escuela. No es necesaria una gran extensión; con unos 40-50 m2 ya pueden establecerse varios bancales y obtener una producción nada despreciable. El huerto escolar ecológico puede adaptarse a las dimensiones y formas del terreno que sean, así que no debe preocuparnos este punto.

En el caso de tener espacio pero no tierra fértil, puede hacerse un aporte de tierra vegetal y abono orgánico. Esto supone un coste adicional, pero se trata de una inversión a largo plazo, una apuesta por un recurso educativo que estará disponible para los alumnos del centro durante muchos años. El caso del Colegio Pablo Neruda (Malilla, Valencia) es un buen ejemplo de que con ganas y apoyo económico (en este caso de la Asociación de Madres y Padres de Alumnos) todo es posible (ver foto). En este centro la falta de tierra fértil se compensó por la construcción de un muro de bloques de hormigón, a modo de piscina, y su llenado con dos remolques de tierra vegetal preparada.  La experiencia ha dado y sigue dando muy buenos resultados.

La falta de espacio físico no tiene por qué ser una traba para el desarrollo de una experiencia como la que proponemos. En caso de carecer de un lugar adecuado, se plantean varias opciones, desde plantar en macetas hasta alquilar un pequeño terreno cercano a la escuela. Además, muchos ayuntamientos ceden porciones de tierra para ser cultivadas y seguro que se mostrarían muy interesados en colaborar con el proyecto del centro.

Luz: el huerto debe estar ubicado en una zona soleada, para el desarrollo adecuado de las plantas.

Agua: el acceso al agua es importante, puesto que no debe faltar. Lo más adecuado sería la instalación de un sistema de riego por goteo, que podría plantearse además como una experiencia en la que participara el alumnado. No obstante, existen otras opciones, como el riego a manta o por aspersión.

Fertilización: en el caso de tratar con suelos pobres, sobre los que no ha crecido vegetación en mucho tiempo, será necesaria la incorporación de materia orgánica en forma de estiércol, de manera que se mejoren las propiedades del suelo, favoreciendo el crecimiento de las plantas.

Tiempo: éste es otro factor muy importante, puesto que el huerto, si bien no requiere de muchas horas y cuidados una vez está en marcha, sí necesita tiempo en sus fases iniciales, y sobre todo continuidad.

¿Cómo planteamos el proyecto?
El Huerto Escolar Ecológico puede plantearse de múltiples maneras: como actividad extraescolar, como taller, aunque lo más interesante, desde nuestro punto de vista, es que pase a formar parte del currículum de alguna asignatura, como por ejemplo Conocimiento del Medio, Ciencias de la Naturaleza, Educación Medioambiental, etc.). También funciona muy bien con grupos de atención a la diversidad, diversificación, etc.

Más allá del área de Ciencias muchas otras asignaturas pueden aprovechar las posibilidades del huerto para abordar algunos temas: seguir la pista del origen de los cultivos y su uso en diferentes culturas, aplicar conocimientos de matemáticas para calcular la superficie a abonar o las dosis de semillas a sembrar, etc. Además, las actividades realizadas en el huerto pueden tener una continuidad en el aula: se puede trabajar en clase elaborando calendarios o gráficas para representar el clima, construir maquetas, investigar en libros, haciendo talleres de mermeladas, de tintes, juegos…

¿Cómo nos organizamos?
Grupos de trabajo: a la hora de trabajar, consideramos importante organizarnos en grupos de entre 10 y 12 alumnos, que funcionen de forma independiente, aunque coordinada, en la realización de actividades, cuidado del material, toma de datos, etc. Se pretende así conseguir una mayor implicación de todos los participantes, que todos trabajen, opinen y reflexionen. Para destacar la importancia del huerto como espacio común se realizarán comunicaciones a la clase o clases participantes, donde puedan presentarse los resultados que cada grupo ha ido obteniendo, creándose así un espacio de debate de donde se puedan sacar conclusiones y nuevas formas de actuar.

Sesiones de trabajo: consideramos una sesión de trabajo al tiempo dedicado a un grupo en particular. Generalmente coincide con la duración de la asignatura en la que se incluye la actividad, unos 60 minutos, aunque si el proyecto se programa como taller o como actividad extraescolar la duración puede ser de hasta 90 minutos.

Número de sesiones de trabajo semanales: obviamente este punto depende de diversos factores, como el grado de implicación del centro, el número de alumnos que vayan a visitar el huerto o el presupuesto disponible. Por ejemplo, si se trata de una sóla clase organizada en dos grupos puede bastar una sesión semanal, estableciéndose turnos entre los dos grupos. Si el número de grupos aumenta es recomendable realizar al menos dos sesiones semanales.

Educadores del proyecto: llamamos educador al miembro de nuestro equipo que se encarga de coordinar y asistir a las sesiones de trabajo en el huerto. Normalmente se recomienda la presencia de dos educadores, aunque si hay un profesor presente que preste su apoyo puede bastar con uno.

¿Qué actividades proponemos?
El taller comienza con una o varias sesiones de introducción con las que pretendemos motivar al alumnado participante. Se organizan pases de video, charlas y dinámicas encaminadas a familiarizarnos con el concepto de agricultura ecológica y con la idea de un huerto escolar, conocernos y poner de manifiesto los conocimientos previos.

La puesta en marcha comprende las tareas de limpieza, labrado, aporte de enmiendas y abonos, delimitación de las parcelas y acolchado de los pasillos. Es interesante que el alumnado participe en todas estas tareas, de manera que sienta el proyecto como algo propio desde el principio.

Una vez el espacio está listo para ser cultivado comienzan las sesiones prácticas, de carácter más agrícola. Estas sesiones se combinan de vez en cuando con otras más teóricas en las que abordamos conceptos que consideramos importantes desde el punto de vista ambiental. La idea es aprovechar las tareas agrícolas propias de la agricultura ecológica para abordar de una manera didáctica ciertos conceptos ambientales. Por ejemplo, mediante una actividad como la elaboración de compost, los alumnos pueden comprender mejor el ciclo de la materia y discutir sobre ciertos problemas ambientales, como el uso masivo de fertilizantes en la agricultura convencional.

Otros ejemplos de actividades que proponemos, además de las tareas cotidianas propias de un huerto, son la preparación de semilleros, las siembras directas y transplantes, el abonado en verde, la preparación de extractos vegetales, el huerto medicinal, la obtención de semillas de variedades locales, la creación de setos vivos, etc. Además, ofrecemos asesoramiento a aquellos profesores que, aunque no participen directamente en el taller, deseen aprovechar el huerto para abordar ciertos contenidos en sus clases (experimentos, bibliografía, etc.).

¿Cuándo empezar?
El proyecto puede empezar en cualquier momento, si bien nosotros recomendamos hacerlo en octubre, con el inicio del curso, de manera que podamos aprovechar al máximo sus posibilidades, conocer la importancia de los cultivos de temporada, observar diferencias entre las estaciones, etc. En cualquier caso, ofrecemos una planificación y presupuesto adaptados a la duración del taller.

Presupuesto/financiación
El coste del taller depende de si la actividad se realiza a lo largo de todo el curso o si se quiere concentrar en unos pocos meses, de cuántas sesiones semanales se quieran hacer, con cuantos educadores se desea contar, de qué fondos dispone el centro, etc. Para más información contactar con nosotros.

La Asociación ofrece asesoramiento para conseguir financiación. La principal fuente que ofrecemos es a través del Servicio de Asistencia y Recursos Culturales (SARC) de la Diputación de Valencia. Nuestro proyecto lleva ya tres años formando parte del Programa de Talleres Didácticos y Conferencias Culturales del SARC. Este programa subvenciona una parte del coste del taller, dependiendo del número de habitantes del municipio donde se realize la actividad. Otra fuente de financiación que proponemos son las Ayudas para la Realización de Proyectos Medioambientales que concede la Generalitat Valenciana y que los centros pueden solicitar.

Existen otras vías todavía por explorar, como podrían ser ayudas a nivel europeo que se conceden para proyectos de educación ambiental, las donaciones de organizaciones agrarias o medioambientales, de particulares, la implicación de los ayuntamientos, etc.

En cualquier caso, nosotros solemos encargarnos de recopilar esta información y avisar con suficiente antelación al Centro para hacer las correspondientes solicitudes.